miércoles, 25 de noviembre de 2015

Percepción utilitarista del trabajo





En primer lugar, definir brevemente el utilitarismo a través del siguiente video.





Como se puede ver la utilidad de la acción es el camino a la felicidad. No obstante, lo importante es saber si una acción es moral y es buena para el máximo número de personas. Como podemos ver en el siguiente video, en el merado laboral actual la utilidad se ha vuelto un pilar básico a través de la productividad para competir en un mercado globalizado. Pero, ¿Quién define que es útil para los trabajadores y la sociedad como fin para conseguir el mayor bienestar personal y social? 



La subjetividad y el interés de las clases altas y dominantes han provocado que la población trabajadora haya transformado su visión del término empleo. Se ha producido una cosificación del trabajador. Se ha convertido en un mero instrumento de la sociedad, en el que solo buscan su productividad. Esta transformación conceptual está muy relacionada con la doctrina utilitarista de Jeremy Bentham. Los ciudadanos sienten que han perdido la dignidad, que tendrán que realizar las tareas que les encomienden y no podrán reivindicar sus derechos por miedo a la pérdida de su trabajo.
Aquellas personas que tengan una formación superior o universitaria, y no tengan posibilidad de encontrar un empleo, tendrán que bajar sus expectativas y hasta reducir su curriculum vitae para poder acceder a puestos de baja formación.




Por último, quiero compartir una poesía de elaboración propia que esta relacionado con la temática que trata esta entrada.





“La desgracia de Don Quijote no es su fantasía, es Sancho Panza”
Franz Kafka

CRISIS

El tirachinas se escapó,
me dio en la cara, se rompió,
dejó tambalear la nube,
la del humo que recorre mi escritorio.

Pensaba que la flor de primavera,
no sería otoño, no caería con el frío,
sería metamorfosis de gusano,
y volaría sobre el agua,
esparciendo, como un hada,
el polvo sinuoso sobre el fango.

Se equivocan,
los que compran sus sombreros con mis sueños,
los que creen que mis uñas no hacen daño,
que no crecen cuando cae agua del llanto.

De ese mar, que brota solo,
que desliza tembloroso, sobre hierbas,
de esas negras, que el tiempo vuelve plata,
de esas que temen lobos como antaño.

Lucharé,
como la primavera sobre el aire
retirando suavemente con sus flores,
sin causar daño, sin desafíos,
como el ojo del tormento del rocío.

Pero escuchen, no lo escuchen,
no se crean a los que dicen,
como cantos de cigarras,
que el trabajo de la hormiga,
la señala un comandante.

No, me niego, no,
nunca agaches la cabeza,
no seas polvo en sus zapatos,
la cigarra aunque hace ruido,
no se escucha en pleno invierno.

Ese musgo, enraizado en los roquedos,
no se cae aunque lo pongan boca abajo,
no dilaten mis ojeras con su aliento,
las almendras a su almendro,
los cuentistas a su cuento.

Lancen peces hacia el cielo,
es el tiempo el que lo cambia,
y verán volar ballenas,
con el paso de los años.

Pablo del Campo Aparicio


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